Harto es la palabra. Harto de huir, de escapar. De esconderme bajo esta coraza férrea que se derrumba cada noche en la almohada. Harto de volver constantemente a mi infancia, mi pasado y de refugiarme cálidamente en él. Harto de quedarme bloqueado frente a lo que viene, lo que vendrá, lo que vino... Harto de no saber reaccionar, de ser una puta estatua de hielo sin reflejos que traga, y mira impasible lo que ocurre a su alrededor; respira, consume, gasta, y no saca nada en claro.
Tedio, hastío, cansancio, embotamiento, desfallecimiento...
Nudo y mar, trueno y tormenta. Tormenta. Tormenta. Ruido.
Harto de nacer, de re-nacer y de volver a jurarme que esto llegará a cambiar algún día.
Mueve un puto dedo, nadie lo hará por ti, ha quedado demostrado...