jueves, 8 de noviembre de 2012

Déjame, que enloquezco...

"Y si quieres conocerme,
no me observes, mírame."
Mägo de Oz

Hablemos de sexo. Hablemos de amor, de política, de pasados vergonzosos y futuros inciertos... pero sobretodo, hablemos de sexo.

No me dejes de recordar aquel momento en que decidí entrar en la vorágine que me envuelve; aquella mano que asomaba, tierna, a la que me agarré como si de ello dependiese la supervivencia de añadas venideras, y la cual me soltó y yo seguí arrastrando durante meses. 
No me dejes olvidar los partidos de ping-pong que se jugaban en terreno neuronal, en las sinapsis erróneas e inequívocas que conforman lo que algunos se atreven a llamar persona. Las noches en vela, y las lágrimas vertidas para saciar aquella sed salina, hambre de emoción, de linos y algodones.

Hablemos de todo, y hablemos de sexo. De derechas e izquierdas. De lo olvidado y lo no recordado, y de lo que a sangre se graba sobre lo grabado en fuego.
Hablemos de nada, y hablemos de sexo. De los días con sus no-días, y las noches con sus lunas llenas perrenes, ocultas bajo mantos estelares de H2O.

No sé muy bien que quiero decirte, pero a ciencia cierta, tampoco qué quiero ocultarte... o negarte... o gritarte secretamente. 
No sé si quiero amarte, u odiarte, o simplemente serte indiferente. 

Sólo sé que las horas son segundos, y los guantes; son mitones.