Y vuelta al ruedo. Más sangre, más sudor, más ojeras y menos tiempo.
Nuevos aires; aires fríos, o cálidos tal vez. Aires de grandeza y de inferioridad, de curioso y atrevido tal vez.
Nuevos viejos deseos que pasan a formar parte de ese gran cajón de sastre de lo que nunca pudo ser; o no quiso, o tal vez nunca llegó. Nuevos viejos deseos que empiezan a coger polvo y a arrinconarse para, ojalá, por casualidades del azar, volver a relucir meses más tarde.
Nueva etapa, que poco o nada tiene de nueva, más allá de lo puramente psicológico, del carácter que un yo, subjetivo, quiera darle.
Nuevas divagaciones, nuevos pensamientos, conocimientos, cimientos sobre los que asentar una vida que se crea...
Nuevos, nuevas... que al final no son, sino viejos, viejas...
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